Hace unos dĂas salĂ a caminar y me encontrĂ© con esta postal, el sol ya no pega como a finales de diciembre y comienzos de enero, no, a pesar de que sigue el calor sin tregua, ya es menos intenso.
Uno puede darse cuenta que los tintes ya no son los mismos, son un poquito más, ¿Tranquilos? ¿Abrazadores?
No sé, pero puedo sentir dentro de mà que el verano ya nos está dejando con su amigo el otoño.
¡Que buenos recuerdos tengo del otoño!
Para un usuario que me preguntó sobre mi recuerdo más preciado, pues, verás.
No creo que un recuerdo sea más importante que otro, simplemente los guardo por estaciones, para recordarlos en el momento contrario al que estoy y alegrarme.
Se dice que no se piensa en el verano en invierno, pero, me encanta hacerlo.
En verano me gusta recordar las tardes lindas en mi casa, tomando mates con mi familia, comiendo pan tostado con manteca al lado de la chimenea o de la salamandra.
En invierno me encanta recordar el contraste de un amarillo súper fuerte, sentada entre árboles comiendo helado, mientras veo las olas de agua en el asfalto con el canto de un benteveo que se resguarda del calor en las ramas de los álamos.
Siempre me vuelvo a impresionar cada vez que lo recuerdo, pero es que aunque entiendo las cosas como conceptos, no deja de ser asombroso.
ResponderBorrarDigo esto porque acá donde estoy yo, resulta que lo que se viene acercando en breve es la primavera!
Otoño y primavera son mis estaciones favoritas. Siento que ambas tienen un sentimiento abrazador en ellas... Sin embargo, mientras en la primavera esto lo siento acompañado de esperanza, el otoño lo siento cargadisimo de nostalgia, y me encanta
Siii, son estaciones preciosas!!! 🌿🌿
Borrarbueno, resultĂł ser que
ResponderBorraryo soy el pingĂĽino
Y tú la que está más serca de su mundo
Ja
Aun asĂ, creo que si no pudiĂ©ramos recordar, vivirĂamos solo el ahora.
Pero todo el mundo vive de los recuerdos.
Incluso hay quienes solo viven en ellos.
Una vez conocà a un niño cuyo mayor miedo eran los recuerdos.
Cada vez que recordaba, comenzaba a temblar.
Pero no era el acto de recordar lo que lo aterraba…
Era lo que habitaba en sus recuerdos.
El niño sabĂa que Ă©l era el que más sabĂa de todos.
Pero, a pesar de eso, tambiĂ©n sabĂa que no sabĂa nada.
Y cada vez que conocĂa a alguien… se alejaba.
Era diferente.
ComĂa, respiraba, sonreĂa.
Pero nadie entendĂa por quĂ© estaba muriendo.
Solo Ă©l lo sabĂa.
Bla, bla, bla…
El niño tenĂa miedo.
Porque, aunque conociera a alguien,
el pensar que serĂa abandonado como en su recuerdo lo hacĂa temblar.
SabĂa que si eso pasaba, morirĂa.
PreferĂa abandonar antes de ser abandonado.
Porque ese…
ese era su recuerdo.